Lo que más suena en Saltillo no es reguetón ni country ni norteño ni banda. El sonido que domina la calle es el rugido mecánico de motores, su exhalación pestilente y el rechinido de llantas y engranajes. No hay casa sin este inquilino indeseable. ¿Dónde se encuentra la paz en una ciudad? ¿Y en qué momento nos acostumbramos a vivir con ese zumbido?
En horas pico el asfalto es un mar en el que flotan monstruos de dos toneladas, con tripulantes atrapados entre la carcasa de metal y vidrio. Y a un lado, silente y zigzagueante, un ciclista avanza dejando atrás a los carros . Decido alcanzarlo hasta que una camioneta azul me rebasa para dar vuelta y ganarme el paso en la esquina y de pronto frenar, sin ningún aviso ni luz direccional, logro frenar y al momento de intentar rebasarla, el conductor me echa la máquina y vuelvo a esquivarla. En el semáforo nos volvemos a encontrar. Mejor saludo al hombre en bicicleta.
Leer historia completa en Vanguardia MX, 28 de febrero de 2022