Alejandro, una sonrisa rodante que trabaja en el Poder Judicial de Coahuila

Imagina que a los 35 años te subes a una bicicleta para ir a tu trabajo. Seguramente tenías mucho tiempo sin pedalear, quizá desde tu infancia y quizá por eso el movimiento te lleva no solo al lugar donde trabajas, sino a territorios de felicidad y descubrimiento. Sí, debe ser por eso que a los 52 años no te has bajado de la bici y avanzas todas las mañanas con una sonrisa para todos.

Esta es la historia de Alejandro Daniel Arizpe Castillo. Es abogado, notificador y trabajador en el Poder Judicial del Estado de Coahuila. Como todos los saltillenses, ha visto cómo la ciudad se llenó de un tráfico monstruoso, con más choques y hostilidad en las calles. Pero a diferencia de la mayoría, nadie lo detiene.

“La bici me ha mantenido con salud, me ha ahorrado muchos taxis, camiones y combis”, dice sonriendo y con un ánimo que invita a pedalear. “Agarré mucha condición, me sentí mejor conmigo mismo. Hay algunas anécdotas de accidentes, pero mejor las omito”.

Alejandro es consciente de los peligros y carencias que existen en las calles de Saltillo y sabe que no se trata únicamente de un asunto de cultura o educación, pues las autoridades son responsables de poner orden al espacio público, a las calles que todos compartimos.

Somos personas y tenemos derecho a la movilidad. La omisión de las autoridades sí implica que son responsables”, afirma, y el artículo 4 de la Constitución Mexicana y la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial le dan la razón.

Alejandro es uno de los muchos usuarios de la ciclovía oriente-poniente pese a que tiene graves deficiencias de infraestructura que ponen en riesgo la vida de los ciclistas, pero es un espacio ganado que no debería perderse.

Imagina ahora que sales de trabajar y que al momento de subirte a la bicicleta y pedalear, el estrés y el cansancio de la jornada laboral se quedan atrás. Sabes que te esperan en casa tu esposa e hijas. Sonríes y avanzas. Podría ser tu historia, la de un amigo o familiar, o un desconocido en bicicleta que carga una sonrisa, sueños y el misterio de la vida. Se llama Alejandro Daniel.

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